domingo, 26 de abril de 2009

Poemas


En la penúltima sesión del taller de escritura, leímos poemas del siglo de oro español. Acá pongo dos de Sor Juana Inés de la Cruz (1651-1695), "la décima musa". ¿Por qué Sor Juana? Bueno, porque fue la figura latinoamericana más importante del barroco. Porque era monja, pero no por vocación, sino por pasión de conocimiento. Porque fue la primer mujer feminista del mundo, pero no una feminista fanática y homofóbica, sino una defensora de la mujer, una osada, en un momento en que nadie hubiera soñado con serlo. Porque tenía 4.000 libros en su celda de convento y estudiaba el universo. Porque escribe versos bellísimos y todavía vigentes. Porque deslumbra con su extraordinaria inteligencia. Porque hay que leerla y conocerla. Acá van dos sonetos de "la peor de todas".

Detente, sombra de mi bien

Detente, sombra de mi bien esquivo, imagen del hechizo que más quiero,

bella ilusión por quien alegre muero,

dulce ficción por quien penosa vivo.

Si al imán de tus gracias, atractivo,

sirve mi pecho de obediente acero,

¿para qué me enamoras lisonjero,

si has de burlarme luego fugitivo?

Mas blasonar no puedes, satisfecho,

de que triunfa en mí tu tiranía:

que aunque dejas burlado el lazo estrecho,

que tu forma fantástica ceñía,

poco importa burlar brazos y pecho

si te labra prisión mi fantasía.

En perseguirme, Mundo, ¿qué interesas?

A la incompresión mundana

En perseguirme, Mundo, ¿qué interesas?

¿En qué te ofendo, cuando sólo intento

poner bellezas en mi entendimiento

y no mi entendimiento en las bellezas?

Yo no estimo tesoros ni riquezas;

y así, siempre me causa más contento

poner riquezas en mi pensamiento

que no mi pensamiento en las riquezas.

Y no estimo hermosura que, vencida,

es despojo civil de las edades,

ni riqueza me agrada fementida,

teniendo por mejor, en mis verdades,

consumir vanidades de la vida

que consumir la vida en vanidades.

Nuevos cuentos

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