domingo, 28 de junio de 2009

Poemas de Hugo Mujica


Dos poemas de Hugo Mujica, argentino. Durante siete años hizo un voto de silencio en un monasterio trapense. Allí, un día, mirando a través de la ventana mientras preparaba el té, escribió un poema.

ORILLAS

Afuera ladra un perro

a una sombra, a su eco

o a la luna

para hacer menos cruel la distancia.

Siempre es para huir que cerramos

una puerta,

es desierto la desnudez que no es promesa

la lejanía

de estar cerca sin tocarse

como bordes de la misma herida.

Adentro no cabe adentro,

no son mis ojos

los que pueden mirarme a los ojos,

son siempre los labios de otro

los que me anuncian mi nombre.

HACE APENAS DÍAS

Hace apenas días murió mi padre,

hace apenas tanto.

Cayó sin peso,

como los párpados al llegar

la noche o una hoja

cuando el viento no arranca, acuna.

Hoy no es como otras lluvias

hoy llueve por vez primera

sobre el mármol de su tumba.

Bajo cada lluvia

podría ser yo quien yace, ahora lo sé,

ahora que he muerto en otro.

lunes, 22 de junio de 2009

Rafael Rubio y su poesía


Lo siguiente son fragmentos de una entrevista al poeta chileno Rafael Rubio (32 años) que se emitió la semana pasada en el programa Una belleza nueva, que conduce Cristián Warnken. El programa completo puede verse en internet en el sitio www.otrocanal.cl y también pueden consultar la transcripción a través del link que hay en esta página en las web recomendadas por el café cultural. Espero que lo disfruten y que visiten las páginas que sugiero, en las que van a encontrar maravillas.

Cristián Warnken:
Lo primero que impresiona, Rafael, al leer tu poesía como lector, es que tú retomas la posta de esos viejos poetas del Siglo de Oro que nos han enseñado en el colegio y que la mayoría de los niños han encontrado latosos, aburridos o muertos. Incluso muchos poetas han huido de ese contacto con esa tradición por aquello mismo; sin embargo tu vuelves a dialogar con Góngora, con Garcilaso, me imagino que también con San Juan de la Cruz y con Jorge Manrique. Cuéntame un poco cómo retomas tú esa posta, ese diálogo con estos padres muertos de la poesía.
Rafael Rubio:
A ver, yo creo que voy a comenzar contándote cómo se produjo mi primer encuentro con esos poetas. En realidad, mi encuentro gozoso cierto, con los poetas del Siglo de Oro se dio a través de la poesía de mi abuelo.
CW:
… Alberto Rubio
RR:
Alberto Rubio, cierto, mi abuelo Alberto, no porque él me hubiera recomendado
explícitamente esos poetas, sino que a partir de su obra yo me fui remontando por un curso natural a esos poetas fundacionales de la lengua española.
CW:
Que bonito eso… un diálogo entre poetas.
RR:
Fue un diálogo, sí. Y luego, digamos, remontando por un curso natural llegué a Quevedo, a San Juan, llegué a Garcilaso, llegué a Fray Luis de León también.
CW:
Y ¿qué encontraste ahí que pudiera ser novedoso? Porque, aparentemente, ahí
estaba la literatura muerta y pasada. Generalmente, cuando uno es joven, lee a
Rimbaud, lee a los vanguardistas, se emociona con eso… ¿Qué encontraste en ello, en esos clásicos?
RR:
Bueno, lo primero, reconocí ahí cierta manera de concebir la naturaleza, en particular en Garcilaso y en Góngora – “La Fábula de Polifemo y Galatea”- que yo creo que es lo primero que leí de Luis de Góngora, y vi ahí, en Góngora específicamente, un festejo del lenguaje, el poema como una fiesta de la palabra. Una palabra divorciada de la comunicación y entregada al puro goce, al regocijo verbal. Y eso fue lo que me llamó la atención.
CW:
Y ¿para ti la escritura de un poema es una fiesta?
RR:
Por supuesto que sí.
CW:
Yo recuerdo un poema que para mí fue una fiesta leerlo, que pertenece al libro
“Arbolando” pero que tú lo reincorporas acá en “Luz Rabiosa”, que se llama
“Trigales”, y que efectivamente asistimos… Creo que está en la pagina 102 y me
encantaría que lo pudieras leer Rafael. Un ejemplo de cómo el lenguaje se yergue y se transforma en fiesta, en fiesta de la naturaleza, fiesta de lo que estalla en la vida y también en las palabras.
RR:
Por supuesto, perfecto. Muy bien Cristián. Este poema se llama “Trigales” y surgió de una experiencia muy bonita que fue pasear por un campo de trigales que queda muy cerca de mi casa, en el campo, en los Ángeles. Y había un campo de trigo y entonces me interne en medio de los trigos.
CW:
…Te internaste con Garcilaso en el oído.
RR:
Con Garcilaso en el oído, las “Églogas”… y ahí surgió este poema de un tirón. Se llama “Los Trigales”:
............................ I
Sonriente dentadura del sol, sol riente.
La espiga de la risa, discurriendo va la fuente
luz sonando, cascabeles
voz de abeja, lluvia, mieles.
La amarilla carcajada de las yeguas herbazales
algazara, multitudes, zarabanda, los trigales.
............................ II
Sonriente cabellera del sol, sol riente.
La espiga de la risa, mar riente de abejorros,
rubio oleaje, crin al viento de un caballo en el galope,
marejada y el canoro, la rompiente de la espiga.
Pasto noble, sol sonoro, cascabel de las harinas.
............................ III
Greña noble, los caballos de la risa, la rompiente,
galopando las potreras multitudes, ah de dientes,
ay solares niños juncos, amarilla carcajada,
dentadura de la harina en el relincho, marejada.
CW:
Qué hermoso el poema. Bueno, en el fondo esos trigales que inspiran el poema se transforman en trigales de palabra, ¿no es así? Explica un poco qué es lo que es para ti, la alegría, la fiesta de las palabras, de trabajar con las palabras del idioma, ¿Cuál es la fiesta que se produce ahí?, ¿Cuál es el gozo?
RR:
Bueno, un primer gozo es verificar cómo en el poema, cierto, las palabra dejan de estar en servicio, dejan de subyugarse al imperativo de la comunicación, eso es lo primero.
CW:
Se liberan. Se liberan de los significados, se liberan de su uso utilitario que le
hacemos.
RR:
Cierto. Octavio Paz tiene una expresión muy bonita con respecto a esa dimensión de las palabras en el poema: “la palabra erotizada”, es decir, una palabra que se complace en su cuerpo. Eso es lo que me interesa. Un recurso que me estimula mucho es la aliteración.
CW:
¿Qué es lo que es la aliteración? Explícalo para los que no la conozcan.
RR:
Sí, aliteración es la reiteración de un sonido en un verso. Por ejemplo, Góngora en “Polifemo y Galatea” dice “(…) el Céfiro no silba, o cruje el roble.”. En ese verso, ese silbido está presentado por la reiteración de las eses y el crujido de las ramas por esa reiteración de las erres.
CW:
Y, esa fiesta del lenguaje de las palabras me recordó un poco lo que tú decías
recién, me recordó un poco esa expresión que dijo el surrealista André Breton: “las palabras hacen el amor consigo mismas”.
RR:
Exacto, sí eso es lo que me interesa.
CW:
Y Góngora es un poeta dificilísimo del siglo de oro, me gustaría que brevemente me hablaras de él. Tengo aquí esta vieja edición – hermosa- de la editorial Universitaria, la antología: poeta difícil, hermético... cómo alguien tan joven como tú se adentra y no se pierde, digamos, en la selva gongorina. Qué paso con Góngora que para mí es el poeta más difícil y a lo mejor el más estimulante de la poesía española.
RR:
Bueno, cuando leí “Las Soledades” de Góngora no entendí nada. Son inentendibles y se me figuraba que era como el canto de los pájaros: el cántaro de los pájaros uno no lo entiende, uno no sabe qué hablan los pájaros entre sí o que significa su canto, pero sin embargo, nos provoca un goce de los sentidos, un regocijo con solo escucharlo. Y no hay necesidad de entenderlo para poder gozarlo. Y con la poesía de Góngora y en particular en ese gran poema que son “Las Soledades” no hay nada que entender en el fondo.
CW:
Y ¿en tu poesía? Tú crees que un lector que no tenga una formación poética – que no descubra las intertextualidades, o sea, la relación con otros poetas – ¿puede participar de esta fiesta del lenguaje?
RR:
Yo creo que sí, yo creo que sí.
CW:
¿Qué significa leer poesía? ¿Qué es lo más importante en la lectura para que uno se haga lector de poesía? Tú también enseñas literatura y enseñas poesía. Yo he dicho varias veces en este programa que a veces se enseña mal la poesía. ¿Qué significa ser un lector de poesía? ¿Cuáles son las condiciones para un lector gozoso, riente, como hemos dicho ahora, que festeja, que participa de este festejo?
RR:
Bueno, yo creo que un buen lector es el que percibe el poema como una construcción. Un lector que no busca descifrar un sentido, y con ese desciframiento de ese sentido limitar la lectura del poema, sino que un lector que sea capaz de abrir todos sus sentidos al momento de enfrentarse a un texto, es decir, no sólo leer con la mente, no sólo leer con el intelecto, sino que también poder leer con los oídos. Leer con los oídos para mí es muy importante al momento de enfrentarse al poema, leer con los oídos, escuchar el poema.
CW:
Un ejemplo de esta poesía. A lo mejor de Garcilaso, de Quevedo o del mismo
Góngora, a lo mejor de Manrique… un poema que uno pueda leer con los oídos o que tú hayas leído con el oído y que te haya abierto a algo ahí esa lectura. Cuál
podría ser o cuál fragmento, qué ejemplo se te ocurre, que pudiéramos leer aquí
mismo o recordar. De alguno de los clásicos, de Góngora o puede ser de Garcilaso, o puede ser también de Quevedo… como tú quieras.
RR:
Bien. Puede ser un poema de Quevedo, perdón, de Góngora, cuando dice:
“La dulce boca que a gustar convida
un humor entre perlas destilado,
y a no envidiar aquel licor sagrado
que a Júpiter ministra el garzón de Ida,
amantes, no toquéis, si queréis vida;
porque entre un labio y otro colorado,
amor está, de su veneno armado,
cual entre flor y flor sierpe escondida.”
CW:
Qué hermoso. ¿Qué es lo que hay ahí? ¿Qué hay de lo poético en ese Góngora?
¿Qué descubres tú ahí?
RR:
Bueno, muchísimas cosas. Primero, claro, aparte de esta serie de metáforas que están imbricadas en este poema, también veo un ritmo muy expresivo y que nos hace olvidar incluso el mismo contenido de los versos.
CW:
Es como si uno se dejase llevar por un mantra, ¿no? Uno es hipnotizado por el
poema.
RR:
Es un mantra, cierto, por supuesto.
CW:
¿Qué poeta te hipnotiza o te ha hechizado más de todos los poetas? Un poeta que te haya arrebatado, a lo mejor sin entenderlo… aparte de Góngora.
RR:
San Juan de la Cruz. En el “Cántico Espiritual” de San Juan de la Cruz.
CW:
Háblame un poco de tu relación con la poesía de San Juan de la Cruz.
RR:
A ver, el primer verso que me conmovió de San Juan de la Cruz es uno que dice “un no sé qué que queda balbuceando”. Creo que ahí San Juan de la Cruz no solo enuncia la imposibilidad de dar cuenta de la experiencia mística, sino que también da cuenta de la inefabilidad del poema, es decir, ante la realidad y la impotencia del lenguaje para dar cuenta de esa realidad sólo nos queda el balbuceo. Eso me pareció impresionante. Aparte que el verso es…
CW:
…es increíble, “un no sé qué que queda balbuceando”…
RR:
Eso me llamo la atención de San Juan de la Cruz.
CW:
Ahora, tú dices, efectivamente, que en muchas situaciones en la vida, las palabras son mezquinas o son incapaces de decir lo que uno está viviendo. Lo que dijo alguna vez Enrique Lihn: “nada tiene que ver el dolor con el dolor”. Y una de las experiencias radicales junto con el éxtasis místico, junto con el amor también, es la experiencia de la muerte. Y yo pienso -tengo la impresión, no sé qué me vas a responder Rafael- que este libro es un intento desesperado e imposible de poder decir algo sobre una muerte tan fuerte y tan dolorosa como la muerte de tu padre. Cuéntame un poco la historia de “Luz Rabiosa”, cómo nace.
RR:
Bueno, “Luz Rabiosa” nace fundamentalmente de una experiencia traumática e
inexplicable, como es la muerte del padre. Todos los poemas nacen a partir de esa experiencia. Por lo tanto, el tratamiento que hago de la muerte en este poema, en este libro, no es un tratamiento a la muerte en términos abstractos -una reflexión acerca del sentido de la muerte- sino más bien se trata de afrontar y de dar cuenta de una muerte concreta, particular, absolutamente cercana. No hay una reflexión metafísica acerca de la muerte. Y estos poemas entonces surgieron como una manera de domar el dolor, de domesticar el dolor.
CW:
Ahora, uno se pregunta, con un dolor tan fuerte cómo se puede escribir, cómo se puede enunciar, cómo se puede trabajar a nivel de lenguaje, si uno está agarrado por ese dolor. ¿Qué te paso a ti en ese momento, en esa experiencia? ¿Cómo se llega a escribir cuando uno está abrazado por el dolor?
RR:
Sabes que, yo diría que surge la escritura de manera muy espontánea -no hay otra-. Es decir, la muerte no tiene ningún sentido para mí pero, sin embargo, creo que al interior del poema las cosas pueden adquirir un sentido secreto. Y me las jugué por eso.
CW:
Y ¿te sirvió el escribir estas elegías? De alguna manera, ¿te sirvió para encontrarle un sentido a ese imposible que es la muerte de tu padre?
RR:
… yo diría que sí. Hay vislumbre de un sentido pero, por otro lado, está esta verdad irrefutable que es el hecho de que un poema no va a revertir la muerte de alguien. Y lo hice en un arte de la elegía, hay un verso que dice:
“Entenderás al fin y al cabo
que el poema no es más que un ejercicio:
no va a hacer que se levanten los muertos
ni hará que tu padre retorne
del oscuro país de los dormidos
(…)”.
Entonces, es una escritura que parte de esa convicción dolorosa de que el poema no va a revertir la muerte. Pero sin embargo, por otro lado, está la necesidad imperiosa de dar cuenta de esa realidad. Entonces, es como contradictorio, pero indudablemente hay un alivio.
CW:
Hay una paradoja bien tremenda, la misma que Enrique Lihn, poeta que dudaba del lenguaje y que siempre estaba diciendo que las palabras no sirven. Pero en el momento en que él sabe que se va a morir escribe “Diario de muerte”, no pudo dejar de escribir…
RR:
Exacto, es un poco eso.
CW:
Me gustaría que leyeras “Oración de gracia” uno de los poemas que abre esta
maravillosa “Luz Rabiosa”. En la pagina 10.
RR:
Sí, bueno, acá esta… es un poema dirigido a Dios. Y Dios es una presencia bastante constante en todo el libro. Ahora, lo curioso es que yo no creo en Dios. Y sin embargo…
CW:
Y tú lo interpelas… ¿cómo se da eso? No creer en Dios y de todas maneras
interpelarlo.
RR:
Bueno, yo siempre he dudado de las personas que tienen la convicción de tener una fe inquebrantable, pero a pesar de tener una fe inquebrantable, no piensan en Dios, es decir, no cuestionan su existencia. Y yo creo que el que verdaderamente tiene fe debe cuestionarse la existencia de Dios en algún momento.
CW:
E, incluso, un ateo, o sea, alguien que no cree en Dios, un agnóstico, puede
cuestionar su propia no-creencia en Dios.
RR:
Por supuesto…
CW:
…cómo sería el caso tuyo, porque tú le hablas. Hay otros casos en la poesía,
interesantes, donde hay poetas agnósticos que le hablan a Dios. Huidobro le habla a Dios en un poema. No se si recuerdas, Blaise Cendrars tiene “La pascua en Nueva York” le habla a Jesús, a pesar de que no cree en él. ¿Y a quién se le habla cuando esta uno hablándole a ese Dios? ¿Qué pasa ahí, quién es el otro al que se le habla?
RR:
Bueno, yo creo que a lo mejor inconscientemente hay una…en el hecho de referirse a Dios, de apelar a Dios, hay una necesidad de crear a Dios, en el fondo, en lo que yo percibiría como inconsciente.
CW:
Leamos entonces “Oración de gracias”.
RR:
Aquí tienes el cuerpo de mi padre, Dios mío
¡bórramelo de un solo resoplido furioso
para no ver mi sangre en su sangre, ni mi carne
en su carne temblando de ira!
Apágale los ojos con furia, Señor
¡no quiero que me vea
arrancarme la cara, blasfemando
el misterio del semen!
Señálame el lugar donde la noche
urdió el terrible nido
en qué lugar del cuerpo
urdió el terrible nido
en qué hueco del mundo
urdió el terrible nido.
¡Y dime si es mentira tanta muerte
tanto hueso que anda por la tierra!
Aquí tienes el cuerpo de mi padre
¡qué más quieres, Dios, qué más!
(…)
CW:
Tú te has interesado y, de hecho, estás terminando actualmente una tesis en
literatura sobre el plagio, la parodia y el pastiche en los poetas chilenos
contemporáneos. Explícanos un poco qué es el plagio, el pastiche y la parodia y por qué te has interesado en ese tema.
RR:
A ver, sí. Bueno ¿de dónde parte el trabajo de mi tesis? Parte de la suposición de que el plagio es posible concebirlo como una estrategia de escritura, de discurso, que consiste en apropiarse de la obra de otro poeta para inocular ahí un discurso propio.
CW:
Un ejemplo…
RR:
¿Un ejemplo? El texto “Yo me sé tres poemas de memoria” de Nicanor Parra. En ese texto, Nicanor Parra introduce una errata en uno de los poemas de Víctor Domingo Silva. Bueno “Yo me sé tres poemas de memoria” consiste en la reproducción de tres poemas ajenos: uno de Carlos Pezoa Vélis, otro de Víctor Domingo Silva y otro de Juan Guzmán Cruchaga. Y es súper interesante, porque Nicanor Parra introduce en el texto de Víctor Domingo Silva una errata: en lugar de decir “¡El "huinca" odiado venció al fin!”, Parra coloca “¡El inca odiado venció al fin!”. Y yo hago un análisis bien completo de ese caso y, a
través de esa errata, Nicanor Parra introduce un discurso y logra re-semantizar los tres poemas, es decir, darles un nuevo sentido.
CW:
Alguien que está lejos del mundo de la poesía o no lee tanto piensa que los poetas cuando escriben, escriben de la nada, y está el mito de la originalidad. Que cada vezque uno escribe está creando algo nuevo. Sin embargo, a medida que uno va leyendo, va descubriendo que todos los poetas le van robando a otros. Son, en el buen sentido, “ladrones de fuego” y me imagino que tú también haces lo mismo. De hecho, lo haces en “Luz Rabiosa” y ese juego se hace consciente después (…)
RR:
Bueno, hay un escritor que no me recuerdo quién, pero decía que en literatura el robo está permitido, siempre que este acompañado de asesinato.
CW:
… por qué asesinato
RR:
Eso quiere decir que el robo siempre está permitido en la medida en que uno logra enriquecer al texto apropiado o darle un nuevo sentido o darle una nueva lectura. No es la mera reproducción, sino una reproducción que logra transformar el texto.
(…)

jueves, 11 de junio de 2009

Apollinaire. Sobre el aprendizaje en arte


-Vengan al borde, dijo el maestro.
-Tenemos miedo, dijeron ellos.
-Vengan al borde, dijo el maestro.
Y ellos fueron.
El maestro los empujó. Y ellos volaron.
Guillaume Apollinaire

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