domingo, 14 de diciembre de 2008
CIERRE ANUAL DEL TALLER DE ESCRITURA
sábado, 22 de noviembre de 2008
Marosa Di Giorgio en Maestros Bestiales II
lunes, 17 de noviembre de 2008
Maestros Bestiales II presenta el texto del próximo jueves
Podés encontrarlo en este sitio. Que disfrutes cada palabra en la plenitud de su intensidad.
www.literatura.org/OLamborghini/proletario.html
viernes, 7 de noviembre de 2008
un relato que comentaremos en la sesión de Maestros Bestiales del jueves 13 de noviembre
www.apocatastasis.com/el-fiord-osvaldo-lamborghini.php
Sugiero que lo leas con un vaso de agua a mano, porque durante la lectura vas a notar que se te reseca la boca, te sudan las manos, te dan palpitaciones y en el cerebro te estallan las palabras como granadas.
sábado, 1 de noviembre de 2008
Un texto de Maestros Bestiales
Deseoso es aquel que huye de su madre.
Despedirse es cultivar un rocío para unirlo con la secularidad de la saliva.
La hondura del deseo no va por el secuestro del fruto.
Deseoso es dejar de ver a su madre.
Es la ausencia del sucedido de un día que se prolonga
y es a la noche que esa ausencia se va ahondando como un cuchillo.
En esa ausencia se abre una torre, en esa torre baila un fuego hueco.
Y así se ensancha y la ausencia de la madre es un mar en calma.
Pero el huidizo no ve el cuchillo que le pregunta,
es de la madre, de los postigos asegurados, de quien se huye.
Lo descendido en vieja sangre suena vacío.
La sangre es fría cuando desciende y cuando se esparce circulizada.
La madre es fría y está cumplida.
Si es por la muerte, su peso es doble y ya no nos suelta.
No es por las puertas donde se asoma nuestro abandono.
Es por un claro donde la madre sigue marchando, pero ya no nos sigue.
Es por un claro, allí se ciega y bien nos deja.
Ay del que no marcha esa marcha donde la madre ya no le sigue, ay.
No es deconocerse, el conocerse sigue furioso como en sus días,
pero el seguirlo sería quemarse dos en un árbol,
y ella apetece mirar el árbol como una piedra,
como una piedra con la inscripción de ancianos juegos.
Nuestro deseo no es alcanzar o incorporar un fruto ácido.
El deseoso es el huidizo
y de los cabezazos con nuestras madres cae el planeta centro de mesa
y ¿de que huimos si no es de nuestras madres de quien huimos
que nunca quieren recomenzar el mismo naipe, la misma
noche de igual ijada descomunal?
José Lezama Lima.
sábado, 18 de octubre de 2008
Curso de literatura
coordina: Gastón Ortiz Bandes
inscripción: cafeculturalmza@gmail.com
domingo, 21 de septiembre de 2008
viernes, 12 de septiembre de 2008
sábado 20 de setiembre Feria del Libro en el ECA
miércoles, 30 de julio de 2008
Un poema de Juan López, quien, junto a Pablo Colombi será protagonista el viernes 1/08 a las 21hs en el Café con Letras de Eduardo III
no sé si conocés a Martín Fierro
te explico
era un personaje que huía de la ley
es decir un ser digno
con defectos como tenemos todos
pero el hombre además pensaba
sacaba conclusiones
tejía moralejas en el desierto
basado en sus muchas penurias y pocos aciertos
y amaba a su mujer y tenía hijos
y tuvo un amigo que desertó
porque entendió
un día entendió
ya sabés entonces que la vida es un sobresalto
y un tiempo para reflexionar
aunque al regresar encontrés todo quemado
sospecho que su maestro fue el silencio
JUAN LÓPEZ (Mirá)
jueves, 24 de julio de 2008
Un cuento de Pablo Colombi, invitado especial el viernes 1 de agosto en el Café con Letras
... las manos, sobre todo las de mujer,
A. Dumas
Son dos mujeres solas y viven detrás de una puerta de madera donde el picaporte brilla bajo la barata luna de esa hora en el barrio. Con un golpe de hombros la puerta se vendrá al piso, calcula él. Luego las mujeres se paralizan cuando alguien las acorrala. Lo sabe de experto. Y las tiene vigiladas hace ya un largo tirón de días. Van y vuelven poco por la calle. Apenas alguna compra que hacen juntas. Una tiene brazos bonitos, o al menos muy delgados. O sea, las mangas cortas y esos guantes que nunca se quita a pesar del calor le recuerdan, a él, las actrices americanas de los años cincuenta. La otra, pura facha de sirvienta. Y además pagan todo con monedas cuando salen de compras. Jamás usan otra cosa para comprar que puñados de monedas. Eso las ha condenado sin remedio, y él sonríe.
La luna del barrio pega todavía en el picaporte y le señala, a él, dónde meter la ganzúa para abrir. Es rengo y no tiene esa pierna firme donde apoyar el empujón contra la puerta. El aviso del ruido sería malo también. Lo hace mejor callado y prolijo, a la antigua, como muestran las películas. La puerta va cediendo por la cerradura y piensa que son como la ropa, las puertas. Lo último que en definitiva protege las carnes de la gente.
Ingresa silencioso a la casa, con su pierna detrás, siguiéndolo. Hay luz recién en la segunda habitación. Huela a casa que necesita hombres. Busca el arma en el fondo de su ropa. Recuerda que la ha transportado allí durante casi una vida. Incluso aquel día, cuando una bala a traición hizo de su pierna una bandera de carne llena de flecos al viento. Y así, arrastrándose sobre su propia mancha de sangre -sigue recordando ahora- pudo cubrirse detrás de un árbol mientras gatillaba tiros a ciegas contra la muerte.
Dentro de la casa, él se aplana contra una pared. Termina de recoger la pierna más pesada y asoma un ojo hacia la habitación donde tiene enjauladas a la bonita y a la otra, la fea. Un minuto se le vuela en repasar su método. Respira. Espía y vuelve a respirar. Va a necesitar la garganta despejada para gritar como demente. Y no poca energía para atarlas haciendo equilibrio en una pierna sola. Provocar una espiral de sorpresa y mucho miedo al principio, sobre todo porque ignora el tiempo que va a durar todoaquello en la habitación iluminada. Y se decide. Es ahora.
—¡Quietas! ¡Policía!
La bonita salta de espanto en la silla y derrama por el piso, como en una vendimia, una sonora palada de monedas que rebotan y siguen allí dando vueltas y brillando. La otra, la fea, se apoya sobre la pared en un intento de no desmayarse y caer.
—¡Quietas! –ruge otra vez el policía.
Apunta con su revolver. La sangre se le amontona detrás de los oídos y ve solamente a dos mujeres congeladas. Aunque de a poco va descubriendo detalles en la habitación. Un mueble con espejo en aquel rincón donde se mira duplicado. Cosas así. La bonita, de cerca, no parece delgada sino más bien enferma. A la bonita además le tiembla una mano y la disimula contra su vientre. No lleva guantes dentro de la casa. Está a punto de romper a llorar. La otra, todavía contra la pared, se ha repuesto y pone en cambio ojos de no entregarse fácilmente. Él les grita:
—¿Dónde está la máquina? ¡La máquina!
Las dos mujeres se miran y no entienden. La máquina de falsificar monedas quiere ver el policía. La máquina. Quiere conocerla de inmediato porque las monedas son impecables. Casi auténticas. En realidad son auténticas le ha dicho un entendido. Igual, el policía viene meses rastreando sin colaboración de sus jefes a la pareja de mujeres. Se figura él que han estafado con esas monedas sobre el mapa completo que hace un año colgó en la pared de su oficina para seguirlas. Pero nadie ha tomado en serio su teoría de la falsificación. Exige por eso ver ya la prueba. La maldita máquina. El policía arrastra en su ánimo una cuenta sin fondo de burlas entre sus colegas. Es el pobre rengo de las monedas.
—¿No me oyeron? ¡La máquina... carajo!
La bonita se quiebra y, de una buena vez, llora allí sentada. Saca del vientre la mano escondida y la suelta entre las piernas, colgando como un apéndice muerto. El policía examina eso de lejos y no puede encontrarle nombre. Traga de asco, suda por la impresión. Es toda oscura la mano de la mujer bonita, una cosa metalizada hasta la muñeca, lo mismo que recién sacada de una fragua. Un accidente, piensa rápido el policía. Un accidente con la máquina. Pero en mitad de la mano abierta adivina una llaga. Es cierto, hay una llaga. Carne separada en dos labios duros, manchados de níquel, palpitando como una cicatriz enconada camino de agusanarse. El policía baja su revolver y ve espantado que, desde el tajo en la mano, nace una moneda, que la moneda se desliza penosamente por la palma de la mujer y cae al suelo, limpia, suena estridente y se reúne con el resto. Y después otra moneda. Y tres más saliendo de la herida. Y por fin una larga diarrea de dinero en metálico acompañado de arrugas de suplicio en la cara bonita de la enferma, que le pide compasión, a él.
Pero se apaga la luz y el policía queda cegado. Asaltado por la noche. No separa si es verdad o delirio lo que viene de presenciar. Suda y vuelve a tragar cuando, por detrás, a la altura de su pierna débil recibe un garrotazo que lo quiebra y lo echa contra el suelo. Se revuelve entre las monedas como quien se ahoga en agua. Alcanza a retener su revolver pese al tormento de la vieja herida. Sin luz toda la casa. Por eso aprovecha el policía y desvergonzadamente chilla de dolor. La luna del barrio entra por una ventana y rebota en dos lados. Un brillo aquí y otro más allá. Los ve, patentes. Eso mismo, dos brillos en la oscuridad. El policía revisa a través de sus lágrimas y sabe que debe decidirse en un segundo apenas. Disparar contra el reflejo exacto. Dos brillos nada más. Uno, la mano monstruosa de la mujer bonita, sus dedos de níquel brillando bajo la delatora luna del barrio. El otro resplandor, en cambio, ni idea de lo que pueda ser. ¿Pero cuál brillo abatir? ¿Cuál de los dos? Ha perdido la orientación después de la caída. ¿Cuál? Entonces decide rápido y gatilla, insultando contra la falsificadora. Y continúa disparando hasta que el revolver agota su estampido. La puerta de calle se abre y escapa la fea. La que apagó la luz para derrumbarlo con un golpe. No tener mierda otra bala para esa puta. Pero también la bonita sale corriendo detrás de la fea. A esconderse por ahí, juntas. A cambiar de domicilio. Lo de costumbre para ellas.
Dentro de la casa, todo quieto y mudo. En su rincón resiste de pie el espejo acribillado a tiros. El policía suelta el arma y se busca la pierna golpeada. Se palpa. Se moja la mano en sangre caliente. Toca, pero no siente su propia mano donde toca. Entre la carne cortada asoman los metales de la prótesis, aluminio quebrado y expuesto a la cómplice luna del barrio. Eso que brilló sobre el espejo y lo ha engañado. Y brilla todavía cuando reúne coraje y se mira la pierna. Lo turba la visión de la herida abierta y duda si seguir despierto. Se marea. Cae de espaldas y gime pidiendo la máquina. La máquina. No oye que algunos perros siguen ladrando en el barrio mucho después de los disparos contra él mismo. Otra vez el estúpido rengo de las monedas.
Pablo Colombi
martes, 22 de julio de 2008
Café con letras
VIERNES 1 DE AGOSTO - 21HS. CAFÉ CON LETRAS
JUAN LÓPEZ Y PABLO COLOMBI
Coordina: ALEJANDRO FRIAS
ENTRADA LIBRE
domingo, 20 de julio de 2008
Celebración de la amistad
"Que lo mejor de ti sea para tu amigo,
puesto que él conoce tu bajamar,
deja que también conozca tu pleamar.
Y no lo busques para matar las horas,
sino para vivir las horas.
Porque su papel es llenar tus necesidades,
pero no tu vacío.
Y que en la dulzura de la amistad haya
risas y placeres compartidos"
Khalil Gibrán
sábado, 21 de junio de 2008
Invitación a disfrutar de la poesía
La autora
Alejandra Pizarnik (1936-1972)
Desde 1960 hasta a 1964 se autodestierra en París. En 1969 recibe una beca Guggenheim, y en 1971 una Fullbright. El 25 de setiembre de 1972, mientras pasaba un fin de semana fuera de la clínica psiquiátrica donde estaba internada, murió de una sobredosis intencional de seconal.
Lesbiana, maldita, visionaria, torturada y siempre joven, Alejandra Pizarnik es una de las mayores leyendas de la poesía nacional.
viernes, 6 de junio de 2008
Últimas Noticias
sábado, 12 de abril de 2008
Café con letras
Con ese propósito, a través del blog sugerimos dónde encontrar información en la web y damos algunos datos tanto del autor en que se basa el café con letras como del coordinador de la reunión.
viernes, 11 de abril de 2008
Manuel Puig
Nació en 1932 en General Villegas, Buenos Aires y murió en Cuernavaca, México en 1990. A los 23 años obtuvo una beca para estudiar cine en Roma. Luego vivió en Nueva York, Brasil y México. Tratando de producir un guión, accidentalmente terminó por escribir una novela, la primera de ocho. Tres de ellas han sido llevadas al cine. Escribió también guiones de cine, espectáculos musicales, relatos y obras de teatro. En la Argentina, su obra fue censurada y posteriormente ignorada. Vargas Llosa se negó a que ganara el concurso de Seix Barral un escritor “que escribe como Corín Tellado”. El reconocimiento público de Puig comenzó en el extranjero y luego se “contagió” en la Argentina. Aún desde el autoexilio, elección que le permitió vivir sin ser señalado por su condición homosexual, en su literatura la patria y su gente son una presencia continua. Desde hace un tiempo hay un justo entusiasmo de la crítica por este autor que es, sin duda, una de las figuras literarias más sólidas de Latinoamérica.
Obras: La traición de Rita Hayworth*
Boquitas Pintadas*
The Buenos Aires Affair
El beso de la mujer araña*
Pubis Angelical*
Maldición eterna a quien lea estas páginas
Sangre de amor correspondido
Cae la noche tropical.*
Bajo un manto de estrellas*
La Tajada/ Gardel una lembranca*
Los ojos de Greta Garbo (póstumo)*
Estertores de una década, Nueva York 78 (póstumo)
La Coordinadora
Ana Lis Señorena
Nació en Mendoza en noviembre. Es casi master en literatura argentina, profesora y correctora en el diario El Sol. Obtuvo una beca y vivió en EEUU. Tiene una heladería, 6 perros y 4 gatos. Ganó un concurso en España por contestar 400 preguntas sobre El Qujote. Lo que más disfruta en la vida son los viajes y los libros. Le gustaron siempre más los Beatles que los Rolling Stones. Manuel Puig es “el niño de sus ojos”.
Más sobre Puig en www.tyhturismo.com/data/destinos/argentina/literatura/escritores/
En este sitio hay una página dedicada a él, en la sección de escritores.
En la biblioteca de Eduardo III están disponibles las obras señaladas con asterisco.
lunes, 7 de abril de 2008
Daniel nos cuenta sobre De Santis
martes, 18 de marzo de 2008
Encuentro viernes 28 de marzo
La entrada es libre.
Te recomendamos las siguientes páginas:
El cuento "La inspiración" está en www.imaginaria.com.ar/10/3/desantis2.htm (es la revista digital Imaginaria Nº 103 del 28 de mayo del 2003)
Los cuentos "El jinete hueco"; "Último piso" y "Encuentro con el verdugo" están en www.cuentosymas.com.ar/cuentophp?idstory=104
Haciendo click en Próximo encuentro encontrarás más información sobre el autor y el coordinador del encuentro.
lunes, 17 de marzo de 2008
El Autor
Pablo De Santis
Nació en Buenos Aires en 1963. Es licenciado en Letras. Fue jefe de redacción de la revista de historietas Fierro. Sus historietas, ilustradas por Max Cachimba, se reúnen en el volumen Rompecabezas. También es guionista de TV y premiado autor de libros juveniles e infantiles. Entre los géneros de sus textos sobresale el policial. Recibió en el 2007 el premio Iberamericano Planeta-Casa de América de Narrativa por su última novela, El enigma de París.
Obras: Filosofía y Letras
La Traducción
El calígrafo de Voltaire
El teatro de la memoria
La sexta lámpara
Páginas mezcladas
El enigma de París.
En la entrega del reciente premio en Bogotá dijo:
“En la Argentina se habla muy bien de la novela negra americana, pero se menosprecia la novela inglesa del mismo género, de autores como Agatha Christie. A mí siempre me gustó mucho, y me pareció que lo esencial del género detectivesco es el diálogo socrático entre el detective y el Watson de turno”.
El Coordinador
Daniel Capretti
Nació en Mendoza en mayo. Es poeta y cuentista. Ha ganado premios de poesía en la provincia. Publicó en 1995, junto a Fabián Almonacid, el libro de poemas La culpa y la traición. Tiene una mujer encantadora, un hijo llamado Luca y un gato. Es librero, trabaja en una de las librerías más importantes de la ciudad. Le encanta la mitología celta. Canta como los dioses. Por supuesto, es fanático de De Santis.
Más sobre De Santis en www.tyhturismo.com/data/destinos/argentina/literatura/escritores/
En este sitio hay una página dedicada a él en la sección de escritores.
En la biblioteca de Eduardo III está disponible la novela La Traducción.
viernes, 14 de marzo de 2008
Biblioteca (inglés)
Paul Auster Mr. Vertigo (novel)
Paul Auster The New York Trilogy (novels)
Charles Dickens David Copperfield (novel)
Mary Higgins Clark A cry in the night (novel)
Winston Groom Forrest Gump (novel)
Helen Fielding Bridget Jones. The edge of reason (novel)
P.D. James Original Sin (novel)
Stephen King Gerald's Game (novel)
Cristopher Marlowe Dr. Faustus (play)
Machiavelli The Prince (philosophy)
Pike and Dunn Scenes and monologues from the New American Theater (plays)
Swami Prabhavananda The sermon of the Mount according to Vedanta (teology)
J.K. Rowling Harry Potter and the sorcerer's stone (novel)
Sidney Sheldon Memories of midnight (novel)
John Steinbeck Cannery Row (novel)
Nathaniel Hawthorne The Marble Faun (novel)
Morris West The devil's advocate (novel)
Oscar Wilde Lady Windemere's fan (play)
Cliffs Notes Mythology (guide)
E. A. Burtt (ed.) The teachings of the compassionate Buddha (teology)
Margaret Atwood (ed.) Erotica (anthology)
Murder in the first reel (short stories, anthology)
Harold Bloom/ Jacques Derrida Deconstruction & Criticism (philosophy)
Elmore Leonard Jackie Brown / Rum Punch 1(novel)
Wallace Stegner (ed.) Selected American Prose (anthology)
Richard Bach The Bridge Across Forever (novel)
Biblioteca
AGUINIS, Marcos. La gesta del marrano (novela)
ALARCÓN, Juan Ruiz de. La verdad sospechosa (teatro)
ALEXAINDRE, Vicente. La destrucción o el amor (poemas)
ANÓNIMO Poema de Mío Cid (épica)
AMADO, Jorge Doña Flor y sus dos maridos (novela)
AMPUERO, Roberto Boleros en la Habana (novela)
ARLT, Roberto Los siete locos (novela)
ARTAUD, Antonin Carta a los poderes prosa poética
AUSTER, Paul Ciudad de hielo (novela)
BECKETT, Samuel Fin de Partida (teatro)
BENEDETTI, Mario Inventario (poemas)
BENEDETTI, Mario La borra de café (novela)
BIOY CASARES, Adolfo Una muñeca rusa/ El lado de la sombra (cuentos)
BODOC, Liliana Los días del venado (novela)
BOLAÑO, Robertol Los detectives salvajes (novela)
BOLAÑO, Roberto Estrella Distante (novela)
BOLAÑO, Roberto El gaucho insufrible (cuentos)